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Arquitectos: Ressano Garcia
- Área: 327 m²
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Fotografías:Ressano Garcia Arquitectos, Daniel Malhão, Vasco Célio, A Terceira Dimensão
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La voz del mar es una cámara de sonido instalada sobre una falla geológica e impulsada por la marea.
Construido en Sagres, en el Algarve (Portugal), se trata de un paisaje muy dramático en el que la tierra termina abruptamente tallada por el océano Atlántico. Se trata de una zona sensible con importantes limitaciones medioambientales.
El proyecto de la instalación efímera, realizada en 2010, es del arquitecto Pancho Guedes (nacido en 1925) por encargo del arquitecto Pedro Ressano García. Posteriormente, en 2015, el proyecto de rehabilitación es realizado por el Atelier Ressano García Arquitectos.
La intervención en Sagres no obedece a una categoría regular de una disciplina particular. ¿Es un edificio arquitectónico, una intervención paisajística en el territorio o una obra de arte en forma de land art? Es difícil clasificarla como una u otra, pero tiene cuatro anillos centrados desde la cavidad, el primer anillo en el exterior, contiene largos corredores curvos de altura variable ajustados a las rocas del suelo, los cimientos parecen pertenecer y fundirse con el paisaje. Las paredes se elevan gradualmente, en cada anillo, cada vez más cerca del centro. El círculo interior actúa como una cámara de resonancia. En su camino hay varias formas de llegar al centro, que es el destino final porque, como explica Pancho Guedes, "el laberinto es como la vida misma, puedes perder algo de tiempo, pero siempre acabas llegando".
El visitante camina antes de llegar al círculo interior, donde la sensación del movimiento de las olas llena el espacio de la cámara central creando una intensa resonancia. El agujero en la tierra es una falla geológica natural que conecta con el océano situada a más de 100 metros por debajo de la instalación. Este espacio transmite la sensación de las olas, ya que es posible escuchar su sonido, que puede interpretarse como una llamada del mar.
Los muros circulares descansan sobre dinteles de cimentación exterior que intentan reproducir la misma textura y color de la piedra local con el hormigón y la plasticidad del encofrado. Los caminos entre las paredes mantienen un carácter permeable que crea un suelo que no es liso, sino que realza la vivacidad y la dureza de la superficie de la roca. La entrada orientada al sur, en el lado opuesto del camino, es una entrada oculta. Al salir de los pasillos del laberinto, el visitante contempla la superficie del océano extendida en todas direcciones. Esta no es la última experiencia que proporciona el edificio, cuando se mira desde lejos, la intervención presenta la imagen de una arquitectura elemental pero difícil de fechar. Para algunos parece un monumento neolítico, para otros también puede entenderse como un diseño futurista hecho para el próximo siglo.
El título "La voz del mar" contiene tanto una metáfora como una analogía. La designación del sonido producido por el movimiento de las olas como "voz" supone una capacidad humana que proporciona una metáfora ya que el mar no tiene voz.